La editorial Libros del K.O. publica Día de Visita, de Marco
Avilés, un libro que recoge quince historias sobre las mujeres recluidas en la
cárcel de Santa Mónica, en Lima.
¿Qué hay detrás de los muros del célebre penal de Santa
Mónica? Durante un año Marco Avilés se vale del día de visita, que rompe la
monótona rutina del encierro, para entrevistar a las presas y romper el mito del penal
civilizado, ese que encierra hermosas burriers extranjeras y las presas más
bonitas del Perú.
Anita ha perdido el olfato como mecanismo de defensa ante el
hedor de las instalaciones; el fantasma Mandingo viola a las reclusas en sueños
de los que no quieren despertar; María vendió a su hija por el precio de un
televisor usado y obtendrá la condicional el día de la Madre; Rosario cumple
una condena de 22 años por un delito que recuerda a las mejores tramas de
novela negra; Mª Ángeles lleva tres años recluida sin conseguir el permiso para
hacer el amor con su marido en una de las habitaciones conyugales.
Este libro, fruto de un tenaz ejercicio de periodismo
independiente, recoge historias que nos permiten atravesar los muros del penal
y conocer los anhelos y dilemas personales de sus protagonistas, además de la
rígida “moralidad” que se les exige por el hecho de ser mujeres.
AUTOR: Marco Avilés
DISEÑO PORTADA: Estrés
PRECIO: 14,90 euros
PÁGINAS: 187
APARICIÓN: 18/06/12
Marco Avilés, Lima 1978, es periodista, editor y Virgo. Sus
cuatro hermanas mayores despertaron su curiosidad por las «cosas de mujeres»,
lo que dicen y piensan cuando están a solas.
Dirigió y editó la revista de crónicas Etiqueta Negra y
actualmente es socio de la editorial Cometa. Ha colaborado con revistas como El
País Semanal, Letras Libres, Courrier Francia, Courrier Japón, Effilee, SoHo,
Esquire y Panenka, entre otras. Mientras, sus editores recreativos, dos gatos
amarillos, intentan atrapar las sombras de las paredes al estilo Peter Pan.
Pues aquí estoy, un sábado por la mañana, de pie en las afueras del penal, custodiando mi lugar en medio de la fila de caballeros. Estoy duchado y perfumado, vestido con mis mejores ropas, viendo el discurrir de la avenida Huaylas y el de la gente que se aleja en sus automóviles.
Estoy en el punto exacto en que este libro todavía no existe. En el límite geográfico entre el carnaval que preparan las autoridades –gracias a la TV por llegar antes al lugar de los hechos– y las historias que pronto van a contarme las reclusas. Estoy en el día de visita.En Santa Mónica a ese espacio lo llaman, en contraposición, adonisterio, pero la realidad allí es muy diferente.
Se trata de un lugar donde solo pueden reunirse las parejas oficiales (esto excluye por completo a las parejas de hecho, a las homosexuales y a los encuentros eventuales, por supuesto) luego de un penoso trámite que dura meses y que se parece peligrosamente a «enviar una carta a Papá Noel». ¿Por qué la libertad sexual es tan diferente para las reclusas y los reclusos? Se lo pregunté a un funcionario de prisiones. La diferencia, me explicó, es que los hombres no quedan embarazados y las mujeres sí.
Faltaban cinco minutos para el despegue. Nidia B. tenía la seguridad de que alguien la había delatado para que otros burriers pudieran pasar en ese mismo vuelo. Son las reglas del juego. La banda de narcotraficantes siempre sacrifica a una burrier para salvar al resto de los que envía. Por cada uno que cae arrestado en el aeropuerto de Lima, otros veinte disfrutan de un viaje feliz.
Por supuesto, ella no es de las que dicen estar arrepentidas, ni de las que alegan su inocencia hasta las lágrimas, ni de las que prometen que al salir en libertad conseguirán un trabajo honesto. Ella, viuda de un narco, tiene un talento. Tragar pastillas es su profesión.
De venta en librerías y en la página web. Más información en
librosdelko.com y en hola@librosdelko.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario