martes, 16 de septiembre de 2014

El vínculo social puesto a prueba con la encarcelación

Gilles Chantraine aborda  en su artículo "El vínculo social puesto a prueba con la encarcelación: las cárceles preventivas en Francia" las condiciones materiales y los signos por los cuales el vínculo entre la persona presa y la  no-presa está puesto a prueba.
El locutorio es punto de intersección entre dos temporalidades diferentes, el tiempo de "dentro" y el tiempo de "fuera", y por tanto, una oportunidad para insertar (aunque sea frágilmente) el sentido temporal  de "la calle" dentro de los muros de la prisión. Este reajuste, requiere de reposicionamientos, de "puestas al día" acerca de las diferentes situaciones. Al mismo tiempo, las interacciones del locutorio son un intento de mantener los diferentes roles familiares, no sin ausencia de ambigüedades, ya que el momento de encuentro tras el cristal también expresa las limitaciones en el cumplimiento de los roles por parte de las personas presas. De esta manera, el encuentro entre esos dos tiempos, espacios y mundos también afirma la separación entre ellos, y por ende, la precaria situación en que se encuentra la persona tras los muros. Otro de los rasgos destacables del encuentro en locutorio es la presencia de vetos en la conversación, principalmente en lo que se refiere a la vida cotidiana en prisión y el contenido y motivaciones del delito. Estos vetos empobrecen enormemente las conversaciones entre los interlocutores. ¿De qué hablar cuando la vida en prisión es tan irrelevante? 
Los sistemas de coacción, de infantilización, de alienación, los castigos y, por otro lado, los "vicios" y las estratagemas de la vida cotidiana no son dignas de ser descritas. Entonces se esboza una alternativa sin solución. Decir "tirando"
En el intercambio de cartas, esa confluencia de tiempos y mundos, lo que la autora denomina "telescopamiento intra/extra", se convierte más que en ninguna otra circunstancia en encuentro simbólico. A través de la correspondencia, la palabra permanece, escrita, permitiéndo horadar simbólicamente el carácter total de la institución.
Pero como decíamos, estas rupturas del encierro a través de las porosidades que el encierro permite, están cargadas de ambigüedad. El encarcelamiento y la consiguiente producción subjetiva de "ausencia de exterior" producen numerosas emociones, desde la obsesión por saber y controlar lo que las personas harán "fuera", hasta el miedo, pasando por el sufrimiento y la impotencia ante la imposibilidad de cumplir plenamente con el rol.
Esa imposibilidad de saber lo que los otros hacen y piensan está aderezada por el imaginario de la traición, la obsesión del adulterio. Pero ¿hasta qué punto este imaginario es androcéntrico? Esta es una pregunta que habrá que intentar aclarar a partir del artículo, dado que la autora no especifica si esta obsesión derivada de la falta de control de la pareja que queda fuera es sólo masculina o también femenina.

Referencia:  Chantraine, Gilles. “El Vínculo Social Puesto a Prueba Con La Encarcelación.” en La Infancia Con El Padre O La Madre En Prisión, pp. 42–50. Col. Politicas Sociales en Europa nº 22. Barcelona: Hacer, 2007.

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