Gilles Chantraine aborda en su artículo "El vínculo social puesto a prueba con la encarcelación: las cárceles preventivas en Francia" las condiciones materiales y los signos por los
cuales el vínculo entre la persona presa y la no-presa está puesto a
prueba.
El locutorio es punto de
intersección entre dos temporalidades diferentes, el tiempo de "dentro"
y el tiempo de "fuera", y por tanto, una oportunidad para insertar
(aunque sea frágilmente) el sentido temporal de "la calle" dentro de
los muros de la prisión. Este reajuste, requiere de reposicionamientos,
de "puestas al día" acerca de las diferentes situaciones. Al mismo
tiempo, las interacciones del locutorio son un intento de mantener los
diferentes roles familiares, no sin ausencia de ambigüedades,
ya que el momento de encuentro tras el cristal también expresa las
limitaciones en el cumplimiento de los roles por parte de las personas
presas. De esta manera, el encuentro entre esos dos tiempos, espacios y
mundos también afirma la separación entre ellos, y por ende, la precaria
situación en que se encuentra la persona tras los muros. Otro de los
rasgos destacables del encuentro en locutorio es la presencia de vetos
en la conversación, principalmente en lo que se refiere a la vida
cotidiana en prisión y el contenido y motivaciones del delito. Estos
vetos empobrecen enormemente las conversaciones entre los
interlocutores. ¿De qué hablar cuando la vida en prisión es tan irrelevante?
Los sistemas de coacción, de infantilización, de alienación, los castigos y, por otro lado, los "vicios" y las estratagemas de la vida cotidiana no son dignas de ser descritas. Entonces se esboza una alternativa sin solución. Decir "tirando"
En el intercambio de cartas, esa confluencia
de tiempos y mundos, lo que la autora denomina "telescopamiento
intra/extra", se convierte más que en ninguna otra circunstancia en
encuentro simbólico. A través de la correspondencia, la palabra
permanece, escrita, permitiéndo horadar simbólicamente el carácter total
de la institución.
Pero como decíamos,
estas rupturas del encierro a través de las porosidades que el encierro
permite, están cargadas de ambigüedad. El encarcelamiento y la
consiguiente producción subjetiva de "ausencia de exterior" producen
numerosas emociones, desde la obsesión por saber y controlar lo que las
personas harán "fuera", hasta el miedo, pasando por el sufrimiento y la
impotencia ante la imposibilidad de cumplir plenamente con el rol.
Esa
imposibilidad de saber lo que los otros hacen y piensan está aderezada
por el imaginario de la traición, la obsesión del adulterio. Pero ¿hasta qué punto este imaginario es androcéntrico? Esta es una pregunta que habrá que intentar aclarar a partir del artículo, dado que la autora no especifica si esta obsesión derivada de la falta de control de la pareja que queda fuera es sólo masculina o también femenina.
Referencia: Chantraine, Gilles. “El Vínculo Social Puesto a Prueba Con La Encarcelación.” en La Infancia Con El Padre O La Madre En Prisión, pp. 42–50. Col. Politicas Sociales en Europa nº 22. Barcelona: Hacer, 2007.
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